CASTILLOS RAYANOS
A partir de la dominación árabe, toda la zona se transforma en tierra fronteriza, lo que supone la aparición de un conjunto de fortificaciones a lo largo de todo el recorrido romano. Los castillos se convierten en elementos fundamentales del paisaje como vigías de caminos, puentes y valles, favoreciendo el desarrollo socioeconómico de las villas y asistiendo como verdaderos protagonistas durante siglos a los continuos y prolongados enfrentamientos bélicos.
Con el avance de la Reconquista, los musulmanes inician la construcción de una serie de fortificaciones en los diferentes vados del Tajo, frontera entre los reinos cristianos y árabes durante más de un siglo. Hacia el siglo X, con el fin de proteger el Puente Romano sobre el Tajo, se levanta una fortaleza, compuesta por una alcazaba y un recinto amurallado que se extendía hasta la orilla del río. Mientras, para asegurar el paso del Puente de Alconétar, en la época califal se erige una torre defensiva, que la tradición popular denominará como “Floripes”.
En Egitania, durante el período de ocupación árabe la ciudad mantendría su carácter fortificado, adosando a la cerca romano-visigoda diferentes torres albarranas. Algunos autores musulmanes hablan en sus obras de Idanha como una ciudad rica; fruto de este esplendor será la transformación de la catedral visigótica en mezquita. Junto a estos dos enclaves, durante la dominación almohade se construyen varios castillos en las inmediaciones de la calzada; surgen así las fortalezas de Arroyo, Belvís y Segura que serán arrasadas durante la Reconquista y posteriormente reconstruidas.
El temprano avance portugués hacia el Sur permite a los templarios jugar un importante papel en la defensa de estas tierras fronterizas. D. Gualdim Pais, Maestre de los caballeros del Temple en Portugal inicia la construcción en 1157 de los castillos de Idanha a Nova y Monsanto, con el fin de proteger la ciudad de Egitania, sede episcopal y ubicada en un terreno llano. Ambas fortalezas se asientan sobre escarpados riscos y contaban con una poderosa torre del homenaje y diversas dependencias (cisternas, hornos, patio de armas) fundamentales para resistir varios asedios musulmanes que, a finales del siglo XII, tratan de recuperar el control de las tierras egitanas.
Una vez finalizada la Reconquista, el enemigo árabe desaparece, siendo sustituido por los caballeros del Reino de León. Surge de este modo la frontera más antigua de Europa y los castillos de Monsanto e Idanha a Nova se verán reforzados con la construcción de nuevos torreones, barbacanas y amplios recintos amurallados coronados con almenas y troneras, convirtiéndose en fortalezas inexpugnables. Además, durante el siglo XIV se construyen los castillos de Segura (al pie del puente sobre el Erjas), Penha García y Salvaterra do Estremo (frente al castillo de Peñafiel), creando una magnífica línea defensiva en el entorno del Tajo.
En los territorios de la Orden Militar de Alcántara, los castillos jugarán un papel esencial; concebidas como casas-fuertes, se construirán fortalezas en todas las Encomiendas creadas durante el siglo XIII (Brozas, Araya, Belvís, la Zarza-Peñafiel). Sin embargo, como consecuencia del fracaso de este sistema económico y la guerra entre el Maestre Gómez de Solís y el Clavero Alonso de Monroy en el siglo XV, gran parte de estos castillos serán arrasados o convertidos en simples residencias palaciegas sobreviviendo únicamente las fortalezas de Alcántara y Brozas.
Aquellos territorios y poblaciones que no se encuentran ligados a las órdenes militares (Arroyo del Puerco, Monroy) quedarán bajo el dominio de un señor, que controla económica, judicial y socialmente el lugar y que edificará un castillo como símbolo de poder.